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Lecciones y guías didácticas

La primera generación de guerrillas

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Contenido

«Nuestro objetivo y deber es hacer la revolución. Nuestro medio indiscutible para hacerla es la guerra».

Rolando Morán, 1967

La primera generación de guerrillas en Guatemala, surgida en la década de los sesenta, se caracterizó no solo por su lucha contra el régimen, sino también por las profundas divisiones internas que la afectaron. Los conflictos y desacuerdos se debieron a diferencias ideológicas y estratégicas acerca de cómo actuar en el contexto político guatemalteco y cuál debía ser la forma de llegar al poder. Esto dificultó la coordinación y el alcance de sus objetivos. Por ello, la Guatemala de la década de los sesenta fue testigo de constantes rupturas y reagrupaciones entre las primeras guerrillas guatemaltecas.

La guerrilla de origen militar
Tras el movimiento militar del 13 de noviembre de 1960, algunos de los involucrados huyeron a Honduras. Ahí se organizaron bajo el liderazgo de Luis Augusto Turcios Lima, Luis Trejo Esquivel y Marco Antonio Yon Sosa. Así surgió oficialmente el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre —MR-13—. Su objetivo era regresar a Guatemala y lanzar una guerra de guerrillas para derrocar a Ydígoras Fuentes. El MR-13 se dividió en tres columnas, dirigidas por Yon Sosa, Trejo Esquivel y Julio Bolaños. Entre 1961 y 1962, el MR-13 operó en el campo y la ciudad. Eligió el oriente del país como principal centro de operaciones, en especial la Sierra de las Minas y sus alrededores, por la cercanía con la carretera al Atlántico, principal ruta para el comercio exterior. 1962 fue un año marcado por hechos violentos y estallidos de bombas en toda la ciudad capital, incluyendo lugares como la Agencia Internacional para el Desarrollo y el Palacio Nacional. La confusión y tensión que se vivía aumentó en medio de las protestas estudiantiles de marzo y abril, cuando el MR-13 organizó una guerrilla urbana llamada «Marco Antonio Gutiérrez», con el propósito de apoyar a los estudiantes. Dentro de este contexto, el MR-13 buscó el apoyo político del Partido Guatemalteco del Trabajo —PGT—. Con esta alianza, el Movimiento pasó de ser un grupo de oficiales descontentos con el Gobierno —con objetivos estrictamente militares— a seguir una línea revolucionaria con miras a cambiar de forma violenta las estructuras económicas, políticas y sociales de Guatemala. Buscaba provocar descontento entre los oficiales progresistas del Ejército y motivarlos a dar un golpe de Estado. Sin embargo, esto no sucedió. Los oficiales progresistas ya habían participado en el alzamiento del 13 de noviembre, por lo que algunos estaban exiliados, otros aceptaron la amnistía y otros preferían mantener un perfil bajo.
Las FAR
  1. Las primeras FAR

En diciembre de 1962, en medio de un clima de tensión política, se fundan las Fuerzas Armadas Rebeldes —FAR—. Surgen como una alianza de varias agrupaciones:

  • el MR-13;
  • el Movimiento 20 de Octubre, conformado por militantes de la JPT y considerado como el brazo armado del PGT;
  • y el Movimiento Revolucionario 12 de Abril, surgido alrededor de los estudiantes radicalizados tras las jornadas de marzo y abril.

Las FAR tomarían el rol del brazo armado de una plataforma política, dirigida por el PGT, que buscaba organizar al Frente Unido de la Resistencia —FUR— para reunir a los políticos sobrevivientes de la década revolucionaria. Sin embargo, este frente nunca logró consolidarse y la guerrilla quedó privada de un cuerpo político. En cuanto al brazo armado, las FAR realizaron un seccionamiento de frentes a los cuales el PGT «aportaría cuadros militares entrenados en la guerra de guerrillas, base social de apoyo, propaganda y recursos económicos» (Macías 1997, 27).

Las FAR se organizaron en tres frentes:

  • el Frente Alaric Benet, localizado en la Sierra del Mico en Izabal y dirigido por Yon Sosa;
  • el Frente «Las Granadillas», localizado en las montañas de Zacapa y dirigido por Luis Trejo Esquivel;
  • y el Frente de la Sierra de las Minas, localizado en Zacapa y dirigido por Luis Augusto Turcios Lima.

La fundación de las primeras FAR implicó su sujeción al lineamiento político proveniente del PGT. Este consistía en un programa revolucionario que planteaba una revolución democrática para llevar al poder a un cuerpo conformado por cuatro clases:

  • los trabajadores;
  • los campesinos;
  • la burguesía nacional;
  • y la pequeña burguesía.

El PGT, en un inicio, mantuvo su posición de que la acción guerrillera no debía dominar las alternativas políticas. Sin embargo, el Comité Central del partido advirtió que las clases dominantes estaban cerrando las oportunidades de desarrollo pacífico de la lucha. Por lo tanto, instaba a prepararse para la lucha armada cuando esta se hiciera inevitable. Se entendía por vía violenta la guerra de guerrillas y por vía pacífica el movimiento reivindicativo de las masas obreras.

En un principio, la estrategia de las FAR se basó en el «foquismo» del Che Guevara. Este consideraba que no era necesario esperar a que se dieran las condiciones ideales para una revolución, sino que era suficiente con que un pequeño foco avanzara con sus acciones para que la revolución se expandiera. El objetivo era incitar un levantamiento de masas, con base en el campesinado, para derrocar al régimen.

En ese momento, la estrategia general de las FAR consistía en la adopción de la guerra popular y sus tres etapas:

  • la defensa estratégica;
  • el equilibrio de fuerzas;
  • y la ofensiva general.

Las FAR salieron a la vida pública en febrero de 1963. Entre sus primeras acciones estuvieron una serie de ataques a objetivos militares, periodistas, líderes políticos y empresarios, y el primer secuestro —de los muchos que realizarían— para financiar sus operaciones.

A pesar del aumento en la actividad violenta de las FAR, existían dudas sobre la lucha armada dentro de las filas del PGT. Para algunos de sus miembros, como Hugo Barrios Klee y Alfredo Guerra Borges, el movimiento guerrillero no era determinante para alcanzar sus objetivos. Las tensiones entre ambos grupos aumentaban también, debido a que eran los miembros de las FAR quienes se exponían a la persecución por las autoridades, pero quienes definían la estrategia militar y política eran miembros del PGT que veían la lucha armada solo como un medio más para llegar al poder.

En medio de estas tensiones, Yon Sosa decide adoptar una línea dura que plantea la necesidad de una verdadera estrategia para la lucha armada. Así, en 1964, surge la «Declaración de la Sierra de las Minas», la cual llamaba a enfocarse en la instauración de un gobierno obrero-campesino internacionalista y a multiplicar las milicias guerrilleras en otros países. Esta establecía, además, que no se puede avanzar en la lucha sin armar a las masas. El nuevo planteamiento del MR-13 se basaba en tres etapas.

  • La guerra de guerrillas: acción armada acompañada de invasiones de tierras, huelgas de estudiantes, ocupaciones de universidades y escuelas, manifestaciones y paros.
  • La intensificación de la guerra de guerrillas: incorporar a los sindicatos y comités para involucrar a las masas en la lucha directa.
  • La generalización de la guerra de guerrillas: los comités campesinos deciden sobre sus propios problemas y la guerrilla está en capacidad de crear nuevos centros y frentes guerrilleros, mientras se preparan nuevas luchas obreras.

Esta Declaración provocó un fuerte debate interno en las FAR. Como consecuencia, Turcios Lima rompió con el MR-13 y dio por desmanteladas las FAR, alineándose con el liderazgo del PGT. Según Turcios Lima, una diferencia fundamental entre las dos concepciones de la lucha revolucionaria era que «Yon Sosa preconiza la revolución urbana que luego se extendería al campo, mientras que las FAR pone énfasis en la acción campesina» (Gott 1971, 79).

 
  1. Las segundas FAR

En 1965, se fundaron las «nuevas Fuerzas Armadas Rebeldes» conformadas por la unión del Frente Guerrillero Edgar Ibarra, las Zonas de Resistencia, el PGT y la Juventud Patriótica del Trabajo —JPT—. El nuevo programa establecía que ya no existía la opción de la lucha política por medios pacíficos y legales, y que el único camino era la fuerza armada. Esta visión se acercaba más a línea china y criticaba al MR-13 y a Yon Sosa por su derivación al trotskismo.

Durante ese año, continuaron las acciones de propaganda armada y las FAR realizaron ataques contra el Ejército y varios destacamentos de la policía. Asimismo, pusieron en práctica las modalidades de autofinanciamiento por medio de asaltos a bancos y empresas extranjeras, y el secuestro de empresarios. Sumado a esto, se dieron ataques en contra de distintos miembros de las misiones de seguridad norteamericanas. Al mismo tiempo, el PGT temía que las FAR se alejaran de la línea del partido, dictada por la Unión Soviética, y se acercarán a la línea cubana.

El Comité Central del PGT decidió apoyar al candidato Julio César Méndez Montenegro, quien se presentaba como una alternativa frente a los candidatos dominantemente militares y ofrecía reformismo y apertura política como un «Tercer Gobierno de la Revolución». El apoyo del PGT se basaba en la posibilidad de crear alianzas con sectores civiles, para encontrar una salida a la lucha armada.

El involucramiento de las FAR en la campaña electoral de 1966 distrajo los recursos humanos y económicos de la guerrilla, provocando la pérdida de iniciativa en la guerra revolucionaria. Sin embargo, los atentados con bombas y granadas, acompañados de asaltos a destacamentos de la policía y de ataques a figuras públicas, eran cosa de casi todos los días.

Uno de los hechos más relevantes de 1966 fue la muerte de Turcios Lima en lo que parecía ser un accidente automovilístico. Sin embargo, algunos lo denunciaron como una operación de inteligencia para eliminar al líder guerrillero. Su muerte provocó cambios en la cúpula de las FAR, pasando la jefatura a Julio César Macías, más conocido como César Montes. Uno de los efectos más visibles del cambio de mando fue la pérdida de los contactos que Turcios Lima tenía dentro del Ejército.

En marzo de 1967, Rolando Morán publicó el «Documento de Marzo, documento básico del Frente Guerrillero Edgar Ibarra de las FAR». En este hacía un recuento del desarrollo del movimiento revolucionario, criticaba la postura del PGT y del MR-13 y destacaba que la lucha armada debía estar sobre cualquier otro método de lucha revolucionaria. También planteaba que la guerrilla debía enfocarse en la población del campo. Las siguientes citas del «Documento de Marzo» ejemplifican el sentir de Rolando Morán (2008) sobre la lucha revolucionaria:

Nuestro objetivo y deber es hacer la revolución. Nuestro medio indiscutible para hacerla es la guerra [...] En primer lugar debemos adquirir una visión militar de nuestras obligaciones. Estamos en guerra. Debemos impulsarla y desarrollarla y hacer nuestra propia doctrina militar basándonos en nuestras propias experiencias, aprovechando lo valioso de las experiencias revolucionarias de otros pueblos hermanos, pero determinados a liberarnos de esa penosa tradición de pensar con cabeza ajena.

Con la aparición de los primeros focos guerrilleros se inició la ofensiva militar del pueblo, en escala local y parcial. Para extenderse a todo el país el foco guerrillero tiene que crecer y desarrollarse. Si no mantiene la ofensiva estratégica, no podrá hacer ninguna de las dos cosas [...] Si no concebimos el proceso de nuestra guerra con sentido defensivo nos estancaremos en la posibilidad de infundir el espíritu de ataque continuo a las FAR y al pueblo.

El resultado de este documento fue la separación de las FAR del PGT para continuar con la lucha revolucionaria enfocada en la vía armada y alejada de los pactos políticos.

A mediados de 1967, en plena efervescencia de la Iglesia católica tras la publicación de la encíclica Populorum progressio, la monja maryknoll Marian Peters contactó a colaboradores de Cráter para realizar una reunión con la guerrilla. En esta discutieron la reforma agraria y la tiranía del Gobierno. Las reuniones entre los grupos continuaron. A finales de 1967, se llevó a cabo una gran reunión entre estos actores para discutir cómo podrían colaborar en pos de favorecer el estallido de una revolución. A partir de ahí, el grupo de activistas cristianos se dedicó a crear una base de apoyo campesino para el movimiento guerrillero.

 
  1. Las terceras FAR

En 1968, se dieron rupturas dentro de la izquierda revolucionaria. Cinco dirigentes de las FAR emitieron un documento en el que rompían con el PGT. En este planteaban que el oportunismo político hizo que las FAR bajaran la guardia. Un segundo documento, llamado «Declaración internacional de las FAR. El proceso revolucionario de Guatemala nos enseña la necesidad de un viraje radical en cuanto a la concepción estratégica de la guerra» establecía que «[el PGT] había dividido a la dirección en política y militar, creando condiciones para que los verdaderos jefes guerrilleros no tuvieran el mando [...] la dirección política estuvo encima de la militar [...] Asimismo, cuando se había adoptado que la forma principal de lucha era la armada, el PGT desvaneció esa convicción [...] dispersando así los esfuerzos que se debían hacer en dirección de la guerra» (Figueroa Ibarra 2004, 87).

Como resultado de esta ruptura, el PGT asumió parte de la responsabilidad y modificó la línea del partido. Declaró que la vía revolucionaria era por medio del uso de la violencia, pero empleando el desarrollo multilateral y diversificado de los grupos guerrilleros en distintas regiones. Esto era contrario a la visión cubana del «foquismo». Así, el PGT fundó su brazo armado en marzo de 1968. Este se llamó, para confusión de todos, Fuerzas Armadas Revolucionarias —FAR—. La decisión ocasionó una nueva ruptura dentro del partido, provocando la renuncia de la mitad de los miembros del Comité Central y del 40 % de los miembros de la Comisión Política.

Durante ese año, se reunieron de nuevo, bajo la sombrilla de las FAR, el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, la Resistencia Urbana y el MR-13, formalizando una alianza entre César Montes y Yon Sosa. Se acordó que las organizaciones adoptarían una misma línea política y militar, y una misma concepción estratégica.

El 28 de agosto de 1968, ocurrió uno de los sucesos más conocidos de la primera fase del enfrentamiento armado interno: el asesinato de John Gordon Mein, el embajador de Estados Unidos en Guatemala. Fue la primera vez en la historia de los Estados Unidos que un embajador moría en funciones en circunstancias violentas. Las FAR emitieron un comunicado indicando que la ejecución del embajador se debía a que se resistió a un secuestro. El motivo de este intento de secuestro era intercambiar a Gordon Mein por Camilo Sánchez, un comandante de las FAR que había sido capturado unos días antes. Como consecuencia, el Gobierno decretó el estado de sitio durante un mes, las garitas de policías en las distintas salidas de la ciudad se pusieron en alerta máxima y se cerraron las fronteras durante 24 horas.

 
  1. Las cuartas FAR

El año de 1969 comenzó lleno de violencia: bombas en infraestructura eléctrica, bancos y casas particulares, y múltiples ataques con ametralladora hacia agentes de la policía, soldados y comisionados militares. El mando de las FAR fue asumido por Yon Sosa y Camilo Sánchez, quienes buscaron una nueva área de implementación en la zona sur de Petén. Se trataba de una zona aislada y cercana a México. Buscaron concentrar lo que quedaba de los frentes anteriores de las FAR, pero el Ejército mantuvo un cerco en su contra.

Se dieron múltiples enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y la guerrilla. En octubre de 1969, en el municipio de San Pedro Carchá, una columna dirigida por Yon Sosa se enfrentó al Ejército. Ante la situación, Yon Sosa decidió disolver la fuerza y enviarla a la ciudad, donde varios miembros fueron capturados. Esto generó duras críticas hacia el comandante, provocando un nuevo rompimiento con las FAR. Como resultado, decidió enfocarse en reconstruir el MR-13.

En 1970, se celebró el IV Congreso del PGT. En este se concluyó que la estructura económico-social de Guatemala se caracterizaba por la existencia de redes semifeudales de producción, lo que hacía necesario un cambio revolucionario que solucionara las relaciones precapitalistas. Este proceso tendría dos etapas:

  1. una etapa agraria, antiimperialista y popular;
  2. y una etapa de revolución socialista.

Como parte de su estrategia, las FAR realizaron múltiples secuestros ese año. Sin embargo, estos causaron un rompimiento dentro de la organización. Según el informe Guatemala nunca más, se dieron «fuertes contradicciones en el seno de las FAR. Entre julio y agosto ocurrió una fractura importante. Perdy Jacobs, “Sustos” y Arévalo Bocaletti rompieron con Pablo Monsanto, a quien responsabilizaron por el fracaso de la implantación guerrillera en Petén» (REMHI 1998, 67).

El 20 de mayo de 1970, los diarios del país anunciaron la muerte del comandante guerrillero Yon Sosa. El secretario de Defensa de México declaró que tropas mexicanas abrieron fuego en contra de él y dos combatientes más del MR-13 a orillas del río Lacantún, mientras resguardaban la frontera mexicana.

Ese mismo año, el país celebró elecciones. El PGT decidió apoyar a la Democracia Cristiana, mientras que las FAR convocaron el voto a favor del general Arana Osorio. Contaban con que este, si llegaba a ser presidente, llevaría a cabo campañas de represión contra la población, provocando que esta se rebelara en contra del Gobierno y comenzara una insurrección popular. Sin embargo, dentro de las FAR se cometieron dos errores:

  • se sobreestimó la capacidad militar de las FAR;
  • y se ignoró que la población civil, aparentemente, vio con alivio la candidatura de Arana por considerarlo un «pacificador».

Arana Osorio asume la presidencia de Guatemala en julio de 1970, con un discurso centrado en combatir a la guerrilla hasta las últimas consecuencias. La respuesta de las FAR fue ejecutar nuevos asesinatos y secuestros. Ante el aumento de los actos de la guerrilla, el Gobierno declaró el estado de sitio en todo el país, cerrando las vías de acceso y realizando cateos para capturar a miembros del PGT.

El año 1971 fue clave para la derrota de la primera generación de la guerrilla en el país. Si bien seguían existiendo actos violentos por parte de las FAR, el PGT y el MR-13, su frecuencia era mucho menor. De acuerdo con Carlos Figueroa Ibarra (2004), ese año la guerrilla comenzó un «replanteamiento estratégico que diera paso a su reestructuración organizativa. En este fueron claves las consideraciones sobre el papel del indígena en la revolución y el de la selección estratégica del territorio de implantación del foco guerrillero, con el propósito de construir una fuerza militar que pudiese pasar más allá de la etapa de la propaganda armada» (93).

Las FAR vivían un clima de tensión, duras críticas y acusaciones mutuas dentro de sus filas. Finalmente, en 1971, se fraccionaron en tres organizaciones:

  1. Un núcleo, que decidió establecerse en el sur de Petén.
    • La idea era tener como fuente de reclutamiento a las cooperativas de campesinos.
    • Mantuvo una línea marxista soviética.
  2. La Nueva Organización Revolucionaria de Combate —NORC—.
    • Se creó siguiendo los postulados del «Documento de Marzo».
    • Más adelante, se convertiría en el Ejército Guerrillero de los Pobres —EGP—.
    • Mantuvo una línea marxista-leninista, pero alimentada de las experiencias guevarista y vietnamita.
  3. Nuestro Movimiento.

Por su lado, el MR-13 asumió una línea separada que se inclinaba por la posición china.

El PGT también revisó sus líneas tácticas y, en marzo de 1972, reconoció que la lucha armada era el camino para alcanzar la revolución. En el documento «Situación política nacional y orientación táctica» estableció la necesidad de tener su propio brazo armado. Este proceso de redefinición se ralentizó con las capturas de varios miembros del Comité Central del partido.

De 1972 a 1974, a pesar de que se reportaron algunas acciones y ataques de las guerrillas, no parece que ninguna de estas haya sido significativa. Para finales de 1974, se puede afirmar que la primera generación de la guerrilla había sido derrotada. Sin embargo, una segunda generación de guerrilleros entrenados en Cuba comenzaba a llegar al país.

La participación de Cuba

La postura que el PGT mantuvo a inicios de la década de los sesenta era herencia de la Revolución cubana. Tras su triunfo en 1959, esta puso en duda la línea ortodoxa de los partidos comunistas de Moscú, que advertían en contra de efectuar revoluciones en América Latina. Las posiciones teóricas y prácticas que diferían entre Moscú, China y Cuba provocaron rupturas entre la organización de los partidos comunistas. Como consecuencia, se conformaron nuevos grupos orientados por los lineamientos castristas y maoístas.

Desde los primeros días del triunfo de la Revolución cubana, el régimen desarrolló el carácter internacionalista y expansionista de la revolución. En 1961, Cuba inauguró una base de entrenamiento para la preparación de tropas irregulares, conocida como Punto Cero. Se sabe que varios guatemaltecos pasaron por este tipo de campos de entrenamiento en la isla. Desde 1965, Cuba ya funcionaba como centro de entrenamiento de las FAR para el proceso de reclutamiento de nuevos miembros.

El sistema de entrenamiento en Cuba se sofisticó cada vez más y se convirtió en un tipo de «universidad terrorista». Existían escuelas especiales que, en su momento, se describían como lugares «en donde los extranjeros reciben instrucción en guerra de guerrillas, terrorismo, técnica de sabotaje, radio comunicaciones, escritura secreta, etc. Más de 8000 latinoamericanos se han entrenado y siguen entrenando allí [...] Una vez de regreso en su país, entrenan a otros grupos de sus compatriotas y participan en guerrillas [...] Además de su entrenamiento, estos grupos reciben [...] armas o dinero para conseguir armas» (Riera 1966, 83). Sumado a lo anterior, el apoyo cubano también se materializaba en forma de propaganda.

La intervención cubana en la situación política de los países latinoamericanos se daba de dos maneras:

  • por medio de los partidos comunistas de los países o 
  • haciendo contacto directo con las organizaciones revolucionarias para ofrecerles apoyo.
Algunos actos cometidos por la guerrilla

Durante el enfrentamiento armado interno en el país, las organizaciones revolucionarias realizaron una cantidad considerable de actos violentos contra distintos sectores de la sociedad. En esta sección, se documentan algunos de los atentados más relevantes llevados a cabo por la primera generación de guerrillas en el país. Para conocer más sobre cada uno de ellos e informarse sobre aquellos que no se presentan en la lista, se recomienda consultar el libro Los orígenes de la Guatemala contemporánea, escrito por Rodrigo Fernández Ordóñez.

  • Atentado contra la residencia de Federico Buonafina, cónsul de Bélgica en Guatemala, el 20 de febrero de 1961.
  • Asesinato del jefe de la Policía judicial, Ranulfo González Ovalle, el 25 de enero de 1962.
  • Asesinato del coronel Arturo Oliva Valdés y su hijo de 9 años, el 23 de enero de 1964.
  • Detonación de cinco bombas en distintos puntos de la ciudad, causando la muerte de dos personas y dejando varios heridos, el 2 de mayo de 1965.
  • Ataque con bombas en las instalaciones de la International Railways of Central America —IRCA— el 7 de junio de 1965.
  • Asesinato de tres personas en la iglesia de la aldea El Jute, el 9 de diciembre de 1965.
  • Secuestro de Romeo Augusto de León, presidente de la Corte Suprema de Justicia, y de Baltazar Morales de la Cruz, secretario de Relaciones Públicas del gobierno de Peralta Azurdia, el 4 de mayo de 1966.
  • Secuestro de Héctor Menéndez de la Riva, vicepresidente del Congreso de la República, el 26 de mayo de 1966.
  • Asesinato de Manuel Orellana Portillo, quien había presidido el Congreso, el 14 de agosto de 1966.
  • Asesinato de José Sinesio Vargas, dirigente del Movimiento de Liberación Nacional —MLN—, el 23 de agosto de 1966.
  • Atentado en la terminal de buses y asesinato de José Antonio Chea González, agente de la Policía judicial, el 1 de diciembre de 1966. 
  • Toma de la planta transmisora de Radio Sonora, el 30 de abril de 1967.
  • Asesinato de Carlos Cheeseman, conocido piloto aviador, el 7 de julio de 1967.
  • Ataque a varios miembros de la Misión Militar de los Estados Unidos en Guatemala y asesinato de John Webber y Ernest R. Munro, el 15 de enero de 1968.
  • Asesinato de Mario López Villatoro, líder del MLN, y de su guardaespaldas, Julio Alberto Carrera López, el 1 de junio de 1969.
  • Secuestro de Alberto Fuentes Mohr, ministro de Relaciones Exteriores, el 28 de febrero de 1970.
  • Secuestro de Sean M. Holly, segundo secretario de la Embajada de los Estados Unidos, el 5 de marzo de 1970.
  • Secuestro del conde Karl von Spretti, embajador de Alemania Federal en Guatemala, el 1 de abril de 1970.
  • Asesinato del diputado Arnoldo Otten Prado, cuarto secretario del Congreso de la República, el 18 de diciembre de 1970.

Referencias

Figueroa Ibarra, Carlos. 2004. Paz Tejada: Militar y revolucionario. Guatemala: F&G Editores.

Gott, Richard. 1971. Las guerrillas en América Latina. Chile: Editorial de la Universidad de Chile.

Macías, Julio César. 1997. La guerrilla fue mi camino: Epitafio para César Montes. Guatemala: Editorial Piedra Santa.

Morán, Rolando. 2008. «Documento de Marzo, documento básico del Frente Guerrillero Edgar Ibarra (FGEI) de las FAR, 7 de marzo de 1967». En Tres documentos históricos de la guerrilla guatemalteca. Guatemala: Centro Rolando Morán, Serviprensa.

Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado. 1998. Guatemala nunca más. Guatemala.

Riera, Pepita. 1966. Servicio de Inteligencia de Cuba comunista. Estados Unidos: Service Offset Printers.

Este contenido ha sido creado con fines didácticos para profesores y estudiantes.

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    1 La Guatemala de los sesenta
    2 El fortalecimiento de las fuerzas de seguridad
    3 El proceso de radicalización de la Iglesia
    4 La primera generación de guerrillas
    5 La contrainsurgencia
    6 Las voces críticas entre los revolucionarios
    7 El terremoto de 1976
    8 La reorganización de las guerrillas y de los movimientos de masas
    9 La matanza de Panzós
    10 Los actores internacionales: entre el miedo y el optimismo
    11 La violencia en el gobierno de Lucas García
    12 El incendio de la Embajada de España
    13 Las guerrillas de segunda generación
    14 Los movimientos campesinos y el indigenismo
    15 Los indígenas y la revolución
    16 La guerra popular revolucionaria
    17 El golpe de Estado a Lucas García
    18 La cofradía
    19 La nueva estrategia de Ríos Montt
    20 El segundo fracaso revolucionario
    21 La Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca
    22 Llega la democracia
    23 Las amenazas a la democracia
    24 El largo camino a la paz
    25 El serranazo
    26 El fin del enfrentamiento armado interno

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