Breve memoria de la vida de James Wilson durante su residencia en Guatemala en 1825 (V).

El relato de Wilson es un deleite para todo lector que guste de la historia y de las impresiones de primera mano, herramientas imprescindibles para imaginarnos cómo pudieron haber sido esos tiempos pasados. El viaje de salida de Guatemala que nos regala Wilson es una rareza. En algunas partes nos recuerda a García Márquez y sus morosas descripciones del río Magdalena, en El general en su laberinto

Breve memoria de la vida de James Wilson durante su residencia en Guatemala en 1825 (IV).

A pesar de que Wilson es un hijo de la Reforma y de que a veces roza la intolerancia en sus comentarios hacia la fe católica imperante en el país que visita, siempre encuentra la forma de suavizar sus impresiones y se torna comprensivo y, sobre todo, siempre dispuesto a discutir las cuestiones de fe de forma respetuosa.

Breve memoria de la vida de James Wilson durante su residencia en Guatemala en 1825 (II).

Ante un libro fascinante como lo es este que estamos reseñando, se tienen la tentación de citar en demasía o prácticamente de trascribirlo. Como Wilson tiene ojos de extranjero, resulta natural que su atención por el detalle resalte frente a los habitantes residentes en la república, que por razones completamente naturales dan por hecho la realidad que los rodea. Wilson tiene a su favor el asombro del extranjero.

Breve memoria de la vida de James Wilson durante su residencia en Guatemala en 1825 (I).

Wilson nos regala entonces un interesante relato de este viaje de llegada a Guatemala, con todos sus inconvenientes y todas sus bellas sorpresas, sobre todo las naturales, que tenían que impactar de forma muy fuerte, sobre todo a los que venían de la Europa del norte.

Pioneros, de Willa Cather: El individuo versus la naturaleza

El planteamiento de la historia es entonces apenas una excusa para desarrollar las capacidades de su personaje principal, que debe luchar contra su familia y la sociedad, a la vez que contra la naturaleza para forjar lo que tiene, a base de la inteligencia natural de la que está dotada.

MOBY DICK, DE HERMAN MELVILLE: REALIDAD Y FICCIÓN (I)

Esta lectura desde la aventura es quizá la más importante puerta de entrada para que el lector posterior pueda regresar a la novela a descubrir o redescubrir nuevos aspectos que antes se hayan dejado a un lado. Si a los quince años la novela nos deja ese sello imborrable de los buenos momentos que nos regaló, el regreso posterior, quizá desde la nostalgia, quizá desde la fascinación por algunas escenas, nos pueden brindar nuevos momentos de placer intenso, logrando construir en la mente ese fascinante entramado de virtudes y debilidades humanas que es el trasfondo general de Moby Dick.

EL SEÑOR PRESIDENTE: REALIDAD Y FICCIÓN (II)

Con Asturias, se mezcla realidad y ficción, imaginación e historia, y así es como debemos leerlo, apenas echando mano a algunas notas que, como las que he esbozado en estas dos entregas, nos permitan gozar de su narración un poco más, si esto es posible.

EL SEÑOR PRESIDENTE: REALIDAD Y FICCIÓN (I)

Las grandes obras de la literatura muchas veces tienen distintos caminos de aproximación; es decir, distintas perspectivas desde las que un lector puede acercarse a ellas y disfrutar de su lectura. En este caso particular, la novela clave de Miguel Ángel Asturias, El señor presidente, ofrece varios caminos para que la curiosidad del lector quede plenamente satisfecha.

Los viajes por Guatemala de distintos viajeros, entre el siglo XVII y mediados del siglo XX

La sensación de viajar, como lo entendía Emily Thomas, se ha perdido completamente en este mundo del siglo XXI, donde ya todo está explorado y descubierto, salvo parches recónditos de las fosas marinas. En todo caso, el ojo del viajero-explorador de Gage es el material que nos interesa para efectos de esta serie: recobrar esos vistazos que cuales, como instantáneas, nos regalan los autores del momento político que se vivía en la Guatemala que conocieron.

Los viajes de Tomás Gage en la Nueva España. Tomás Gage (II).

Gage es un viajero consumado, en la mejor acepción de la palabra. Durante sus siete u ocho años de residencia en el país realizó viajes por los cuatro puntos cardinales, entrando por el occidente, cortando por los Cuchumatanes hacia la capital del reino; hace un fascinante viaje por las Verapaces, hasta San Pedro Carchá, pasando por varios poblados en su periplo y luego toma el camino del lago de Izabal, hasta Puerto Bodegas; hace otro viaje al sur, hasta la población de Palín, asentado en una pequeña planicie que se desliza hacia la bocacosta y hacia el oriente; hace su recorrido final para embarcarse en el puerto de El Realejo a fin de regresar a Inglaterra, dejándonos un vívido relato de la aldea Los Esclavos y su peculiar puente.