Lecciones y guías didácticas
Las guerrillas de segunda generación
Contenido
«Guatemala no cuenta con las condiciones estipuladas por el marxismo-leninismo para conducir una revolución mediante la lucha armada y [...] dicha revolución tendrá costos que la URSS no podrá pagar».
Greg Grandin 2007
Tras el éxito de la ofensiva del Ejército en 1966, las FAR se replegaron a una zona relativamente aislada del sur de Petén, pero ciertas estructuras se reorganizaron para dar lugar a una segunda generación de organizaciones revolucionarias. Entre 1968 y 1972, los restos de las FAR entraron en un proceso de reflexión y análisis de las razones de su derrota y se reorganizaron en nuevos movimientos que llegaron a convertirse en el Ejército Guerrillero de los Pobres y la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas. Mientras esto ocurría, el PGT también comenzó un proceso de reestructuración a raíz de su debilitamiento por la ofensiva militar de finales de los años sesenta.
De 1972 a 1975, se da en Guatemala lo que Megan Thomas (2013) llama «acumulación de fuerzas»; es decir, el repliegue de las estructuras sobrevivientes de las organizaciones revolucionarias a nuevas zonas estratégicas en el área rural y la infiltración de organizaciones civiles, con el propósito de preparar una base popular para la lucha armada. De acuerdo con Thomas (2013), «durante sus primeros años de vida el EGP y la ORPA dedicaron sus energías fundamentales a desarrollar su fuerza militar e implantarse entre la población campesina, principalmente indígena, las FAR y el PGT se dedicaron más bien al trabajo amplio de masas, con énfasis en la clase obrera y el ascendente movimiento sindical» (128). En lo que coincidieron estas cuatro organizaciones fue en intentar atraer a los estudiantes universitarios, considerados elemento clave de la lucha revolucionaria.
De hecho, según Gabriel Zaid (2011), la segunda generación de la guerrilla guatemalteca puede considerarse una «guerrilla universitaria». Esto se debe a que, tras la eliminación de los primeros dirigentes revolucionarios de origen militar, fueron los miembros académicos quienes tomaron el relevo en la dirección de la lucha armada. El trabajo social de la Iglesia jugó un rol importante en el surgimiento de este tipo de guerrilla al promover la preocupación y el trabajo social dentro de las universidades católicas de Latinoamérica.
Esta nueva generación de guerrillas abandonó el foquismo del Ché y adoptó una estrategia de guerra popular prolongada. Esta consistía en establecer columnas guerrilleras en el altiplano del país para articular a las organizaciones campesinas y religiosas de la zona. Esta nueva línea estratégica coincidía con la propuesta de Rolando Morán en el «Documento de Marzo».
De esta manera, las organizaciones guerrilleras de segunda generación, creadas a partir de diversas fracturas de las FAR originales, iniciaron sus actividades insurgentes. «Los grupos insurgentes, cuya actividad se hizo más notoria durante [...] 1979, se atribuyeron actos de sabotaje, secuestros y también asesinatos. Así, el EGP reivindicó en enero la muerte del finquero Brol Galicia. En el mismo mes, el PGT se adjudicó una acción armada perpetrada en Retalhuleu donde murieron el administrador de una finca y sus cinco guardaespaldas. En octubre, las FAR se atribuyó el secuestro del vicecanciller de la República» (ASIES s. f., 594).
La organización, inicialmente llamada Nueva Organización Revolucionaria de Combate —NORC—, se fundamentó en las ideas expuestas por Rolando Morán en el «Documento de Marzo» de 1967. Entre sus fundadores se encuentran César Montes y Antonio Fernández Izaguirre. Surgió de «un aglutinamiento de cuadros de dirección y combatientes de las FAR de la década de los sesenta, participantes y adherentes de la experiencia del Frente Guerrillero Edgar Ibarra, en la Sierra de Las Minas. [...] también contó con combatientes provenientes del frente urbano de las FAR, así como jóvenes que el PGT había becado [...] y otros provenientes de la experiencia socialcristiana denominada Cráter» (Thomas 2013, 131). Esta organización postuló su propia concepción de la guerra popular prolongada, basada en la idea de la integración de las masas indígenas.
El EGP concebía su estrategia militar en tres fases:
- la fase de implementación consistía en establecer un foco guerrillero en una zona receptiva, para funcionar como base de la organización y usar a la población como bolsa de reclutamiento;
- la fase de propaganda armada consistía en explicar a las masas explotadas y oprimidas las razones y objetivos de la guerra revolucionaria;
- y la fase de generalización de la guerra de guerrillas buscaba dispersar y desgastar al enemigo, haciendo posible la acumulación de fuerza por parte de la guerrilla.
El EGP «se asentó inicialmente en Quiché-Ixcán y, posteriormente la región Ixil extendiéndose luego a Huehuetenango, al sur de Quiché, al norte de Sololá, Chimaltenango y Alta Verapaz. Al igual que las FAR, buscó una región fronteriza con México» (Thomas 2013, 139). Una dificultad que enfrentó la organización para iniciar sus acciones en el noroccidente del país fue que no había guerra; por lo tanto, era necesario estimular e incorporar al pueblo de la zona a la guerra revolucionaria. Así, luego de varias acciones violentas, el EGP consiguió el despliegue de fuerzas del Ejército en el área.
La siguiente fase del EGP inició en 1975 con una etapa de propaganda armada para ampliar la base de reclutamiento. Su involucramiento en los movimientos de masas que estaban reactivándose en los principales centros urbanos sirvió como bolsa de reclutamiento. Al mismo tiempo, esto le abrió las puertas para influir en las formulaciones estratégicas de las organizaciones populares.
Los primeros días de julio de 1975, fue asesinado José Luis Arenas Barrera, conocido como «el Tigre de Ixcán». Este fue el debut del EGP. Ese mismo mes, el Ejército reportó tres campamentos guerrilleros abandonados en Huehuetenango. El 12 de noviembre, estalló una bomba en la sede del Instituto Nacional de Transformación Agraria —INTA—, institución a la que se acusó de servir a intereses capitalistas. De esta manera, se confirmaron las sospechas de que el movimiento guerrillero se había reorganizado y de que se preparaba para una nueva fase de lucha militar.
Para enero de 1977, el EGP operaba en tres frentes:
- el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, en el norte del país;
- el Frente Guerrillero Primero de Mayo, en el oriente del país;
- y el Frente Guerrillero Turcios Lima, en el sur del país.
Principales características del EGP (Le Bot 1997, 115) |
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La ORPA se creó alrededor de la Regional de Occidente de las FAR y se consolidó en la Sierra Madre y la bocacosta occidental del país. Rompió con las FAR en 1972 y se reorganizó en secreto durante 7 años. Desde un inicio, se consolidó como una organización político-militar. Su principal comandante fue Rodrigo Asturias, conocido como Gaspar Ilom. La ORPA salió a la vida pública el 18 de septiembre de 1979 con el ataque a la finca Mujulliá.
Parte de la estrategia de esta organización fue crear tres frentes guerrilleros, pero activar solo dos para que el tercero funcionara como una fuerza de reserva. El territorio de operaciones de la ORPA abarcó desde las faldas del volcán Tacaná, en San Marcos, hasta el lago de Atitlán, en Sololá. Se trataba de un territorio densamente poblado y en el que funcionaba una parte importante de la agroindustria guatemalteca.
Aunque la ORPA se apegó a la metodología marxista para el análisis de la realidad guatemalteca, se definió a sí misma como nacionalista y no buscó sentar bases para la lucha social o política. Por lo tanto, no realizó trabajo de masas y se concentró en atraer al estudiantado y profesorado de la USAC. Además, tenía su base de reclutamiento en los jóvenes radicalizados del movimiento Cráter y otros participantes de movimientos cristianos influenciados por la teología de la liberación.
Principales características de la ORPA (Le Bot 1997, 115) |
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Tras su periodo de reestructuración, las FAR adoptaron, al igual que el EGP, una estrategia de guerra popular prolongada. Como parte de su repliegue estratégico bajo la presión de la ofensiva militar, se asentaron en el occidente de Petén. Las FAR no tuvieron un planteamiento estratégico en cuanto a su ubicación geográfica; esta fue una consecuencia del repliegue al que se vieron obligados entre 1966 y 1967. Su base de apoyo en la zona fueron las cooperativas de la cuenca del río de La Pasión, muchas integradas por líderes agraristas del periodo de Árbenz y militantes del PGT. La región fue cobrando cada vez más importancia gracias a los planes económicos y de desarrollo impulsados por el Gobierno, como la Franja Transversal del Norte, la construcción de la Hidroeléctrica Chixoy y las exploraciones petroleras en Rubelsanto.
Para 1972, las FAR contaban con tres columnas operativas en Petén. Sin embargo, el Ejército lanzó una fuerte ofensiva que eliminó a importantes cuadros de mando de la organización. Durante los años siguientes, las FAR se dedicaron a reconstruir sus redes en Petén, en los frentes regionales de occidente, en la costa sur y en la capital. Concluyeron que era necesario «generalizar en todo el país el trabajo político clandestino con el propósito de generalizar la guerra de guerrillas [...] la guerrilla como método de combate, como método de acción militar, podía ser aplicada en cualquier terreno, que lo básico y lo fundamental era tener a la población organizada» (Harnecker 1984, 246). La tarea adoptada por las FAR planteaba que las acciones armadas ejecutadas por la guerrilla debían generar un ambiente de optimismo para convencer a las organizaciones de masas de dar el paso hacia la insurrección. Para ello, era preciso que la guerrilla estuviera estrechamente vinculada con dichas organizaciones.
Principales características de las FAR (Le Bot 1997, 115) |
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El PGT apenas sobrevivió a la ofensiva del Ejército a finales de la década de los sesenta y, en 1972, sufrió el descabezamiento de su comité central mientras intentaba reorganizarse. Sin embargo, logró reestructurarse y mantener su presencia política en partes de la fuerza laboral urbana y de los trabajadores campesinos organizados de la costa sur. La presencia del PGT se limitó a zonas densamente pobladas y con grandes centros urbanos. Su interés primordial era el proletariado, por lo que se enfocó en las organizaciones sindicales con fuerte presencia en Guatemala y Escuintla. Por su postura ortodoxa, el PGT no realizó trabajo político dentro de la población indígena. Al mismo tiempo, sufrió una transformación de un partido político leninista a una organización político-militar.
En su nuevo planteamiento estratégico, el PGT también postuló la guerra popular prolongada, creando una nueva comisión militar —COMIL—. En 1978, tras la matanza de Panzós, la COMIL rompió con el PGT, provocando que este perdiera su estructura militar. Ese mismo año, surgió dentro del partido el Núcleo de Dirección Nacional para asumir tanto la línea política como la militar. El PGT se dividió en dos alas: una militarista y la otra dogmática.
La nueva línea estratégica del PGT definió 3 fases para la lucha armada:
- la concientización de las masas y la conformación de unidades guerrilleras;
- la confrontación militar directa;
- y la insurrección general para alcanzar el poder.
El debilitamiento del PGT se evidenció a finales de 1978, cuando la estructura del PGT-Núcleo de Dirección tomó contacto con el EGP y las FAR para conformar una coalición conocida como la «Tripartita».
Principales características del PGT (Le Bot 1997, 115) |
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Referencias
ASIES. s. f. 100 años de historia del movimiento obrero en Guatemala. 4 tomos. Guatemala: ASIES.
Crespo, Pilar, y Asier Andrés. 2013. El rector, el coronel y el último decano comunista. Guatemala: F&G Editores.
Grandin, Greg. 2007. Panzós: La última masacre colonial: Latinoamérica en la Guerra Fría. Guatemala: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO).
Harnecker, Marta. 1984. Pueblos en armas: Guatemala, El Salvador y Nicaragua. México: Ediciones Era.
Le Bot, Yvon. 1987. La Iglesia y el movimiento indígena en Guatemala. Guatemala: Seminario de Integración Social Guatemalteca, Ministerio de Educación.
May, Rachel. 2001. Terror in the Countryside: Campesino Responses to Political Violence in Guatemala, 1954-1985. Estados Unidos: Center for International Studies, Ohio University.
Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG). 1998. Guatemala nunca más: Informe del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica. Tomo 3, El entorno histórico. Guatemala: ODHAG.
Porras, Gustavo. 2009. Las huellas de Guatemala. Guatemala: F&G Editores.
Thomas, Megan. 2013. «La gran confrontación: el segundo ciclo revolucionario 1972-1983». En Guatemala: historia reciente (1954-1996), tomo 2, editado por Virgilio Álvarez Aragón et al. Guatemala: FLACSO.
Vázquez Medeles, Juan Carlos. 2019. Militantes clandestinos: Historia del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC). México: Universidad Iberoamericana.
Zaid, Gabriel. 2011. De los libros al poder. México: Random House Mondadori.
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