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Lecciones y guías didácticas

La reorganización de las guerrillas y de los movimientos de masas

Combatientes del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) posan junto a sus armas en un campo de entrenamiento cercano a la frontera mexicana, en la región occidental de Guatemala. Guatemala, julio de 1981. Fotografía de Robert Nickelsberg/GettyImages.

Contenido

«Los sindicalistas escuchaban a los revolucionarios. Las ideas más básicas de las FAR y el EGP [...] eran adoptadas sin esfuerzo por algunos y ya sostenidas por otros».

Levenson 2007

Los años 70 se caracterizaron por una gran inestabilidad tanto económica como social. A principios de la década, la economía guatemalteca entró en una crisis a raíz de la aplicación de los conceptos económicos de la CEPAL y de Raúl Prebisch. Ambos defendían que, para desarrollarse, los países necesitaban reforzar su industria mediante un proceso de sustitución de importaciones. Para lograrlo, los aranceles a las importaciones debían aumentar para incentivar la producción local y fomentar la inversión extranjera en el país. Sin embargo, este no tuvo los resultados esperados y trajo consecuencias no intencionadas. Además, la situación económica empeoró con el proceso inflacionario que inició en 1973 con la crisis mundial del petróleo.

Con el objetivo de mitigar la situación, Laugerud incluyó el desarrollo de la región norte del país como parte de su plan de recuperación económica. De esta manera, se plantearon dos proyectos que se volverían controversiales con el paso del tiempo: la Franja Transversal del Norte una carretera para conectar toda la región norte del país y la Hidroeléctrica Chixoy. Este contexto de incertidumbre económica contribuyó a reavivar los movimientos sindicales y obreros del país, que, por otro lado, también se intensificaron gracias a la infiltración de las organizaciones guerrilleras

La reorganización del movimiento obrero urbano
Históricamente, uno de los actores clave en la reorganización del movimiento sindical fue la Iglesia católica. La Juventud Obrera Católica —JOC—, formada sobre todo por jóvenes activistas de las fábricas, jugó un rol importante en la conformación de los sindicatos. Este movimiento buscaba atraer al componente obrero a las filas de la Iglesia. Se considera que la JOC representó un espacio importante para la militancia social al invitar a sus miembros a participar en la Iglesia para transformar las condiciones de vida de los obreros. La evolución del movimiento obrero urbano se vuelve más relevante en 1962, cuando algunos miembros de la JOC fundan el Frente de Trabajadores Cristianos —FTC—, del cual se derivó, en 1965, la Federación Nacional de Obreros del Transporte —FENOT—. En 1966, la Federación Central de Trabajadores de Guatemala —FCTG— sustituyó a la FTC y, en 1967, se fundó la Federación Campesina de Guatemala —FCG—. Ese mismo año se creó también la Central Nacional de Trabajadores —CNT—, la organización de trabajadores más importante del país. Su objetivo era «el progreso integral personal y colectivo de los trabajadores, el cual solo será posible mediante un cambio radical de las estructuras económicas, políticas y sociales» (Levenson 2007, 99).  Los últimos años de la década de los sesenta fueron intensos en huelgas y marchas que exigían el mejoramiento de las condiciones de trabajo. Las demostraciones derivaron en enfrentamientos directos con el Estado. A esto se sumó la búsqueda de plataformas comunes que permitieran la cohesión de las luchas sindicales y la imposibilidad de reunirse para ejercer el derecho sindical, debido al estado de sitio declarado por Arana Osorio. En este contexto, el 20 de diciembre de 1970 fue asesinado el exdirigente del Consejo Sindical de Guatemala, Arnoldo Otten Prado, y, el 20 de enero de 1971, fue asesinado el secretario general del Movimiento Campesino Independiente, Tereso de Jesús Oliva y Oliva. Estos hechos y la suspensión de las garantías constitucionales provocaron que, en 1972, la Central de Trabajadores Federados —CTF— denunciara al Estado por violar la libertad sindical ante la Organización Internacional del Trabajo —OIT—.  Durante la década de los setenta, el PGT también se dedicó a la reconstrucción del partido. El proceso se centró en la reorganización sindical alrededor de la Federación Autónoma Sindical de Guatemala —FASGUA—, con una débil influencia en las organizaciones campesinas y sin contacto con la población indígena.  En 1974, el PGT decidió apoyar de nuevo la vía electoral, aliándose con Manuel Colom Argueta, algunos miembros de las FAR y otros socialdemócratas. Juntos buscaron apoyar a la Democracia Cristiana Guatemalteca —DCG— y a su candidato presidencial, el general Efraín Ríos Montt. Durante ese año, el oficialismo denunció en los medios la manipulación de las reivindicaciones laborales por agitadores ajenos a los movimientos con el objetivo de desestabilizar al Gobierno. Incluso el presidente Arana Osorio se refirió directamente a la infiltración del movimiento sindical por parte del PGT. Las elecciones se llevaron a cabo el 3 de marzo de 1974. La primera señal de que algo iba mal fue que el Tribunal Supremo Electoral tardó 9 días en contar los votos y computar los resultados. A pesar de las denuncias de fraude electoral, Ríos Montt se rehusó a salir a las calles a defender su posición y se declaró como ganador a Kjell Laugerud García, candidato del oficialismo. Ante el supuesto fraude electoral, algunos miembros de la DCG se interesaron por las FAR y empezaron a ver de forma positiva la lucha revolucionaria. De esta forma, como consecuencia del cierre de los espacios políticos y la decepción ante la opción democrática electoral, la DGC y los movimientos sindicales convergieron cada vez más en las filas de la izquierda revolucionaria. Al mismo tiempo, las FAR buscaban en el movimiento obrero una base de masas de apoyo bajo el esquema de lucha prolongada.
La infiltración y radicalización de los movimientos
Luego del terremoto de 1976, el movimiento sindical resurgió como un catalizador de las demandas sociales y políticas que se consideraban urgentes para el sector de trabajadores organizados. La CNT se reunió con representantes de la embotelladora de la Coca Cola y 44 delegados de otros sindicatos, creando así el Comité Nacional de Unidad Sindical —CNUS—. Su propósito «fue unir a los sindicatos, federaciones y confederaciones sindicales en una amplia coalición que pudiera enfrentarse al Estado» (Levenson 2007, 132). El éxito del CNUS junto a la apertura del gobierno de Laugerud llevaron al movimiento obrero a una intensa actividad y agudizaron los reclamos económicos y sociales tras el terremoto de 1976. La CNUS celebraba reuniones periódicas que se transformaron, poco a poco, en un foro de discusión de temas que aquejaban a los trabajadores. A estas actividades se sumaron organizaciones de todo tipo, incluyendo algunas que seguían la línea del PGT. Esto llevó a una creciente politización del movimiento obrero.  La instrumentalización del movimiento obrero pareció confirmarse con la presencia de militantes de organizaciones guerrilleras dentro de sus filas. La respuesta de las fuerzas de seguridad guatemaltecas, que veían amenazado su proyecto político ante la nueva oleada del movimiento sindical, fue la aplicación de violencia selectiva. 1977 fue un año de intensa actividad sindical, en el que el CNUS jugó el papel de coordinador y centralizador del movimiento. Para las fuerzas de seguridad, las movilizaciones populares de 1977 y 1978 representaban una seria amenaza al poder estatal, por lo que se hizo necesario suprimir el resurgimiento radicalizado y militante de las organizaciones sindicales. La nueva fase de conflictividad se vio como un obstáculo para la reconstrucción del país. El Gobierno emitió un decreto prohibiendo las protestas que pudieran interrumpir los esfuerzos de recuperación. Sumado a esto, los empresarios despidieron a trabajadores con antecedentes de conflicto o por pertenecer a organizaciones sindicales. Por otro lado, las organizaciones populares se enfrentaron a una situación delicada. Las manifestaciones generaron la percepción de que existía alta capacidad organizativa y poder de convocatoria. Las fuerzas de seguridad se convencieron de que estas organizaciones recibían instrucciones de la guerrilla con el objetivo de llegar a una insurrección general. Instigados por las guerrillas que los infiltraron, estos movimientos llegaron a un clima de confrontación directa contra el Estado, quedando desprotegidos ante la represión gubernamental.  Es necesario matizar esta situación. Según Levenson (2007), «sin importar cuanta asesoría técnica recibieran los sindicalistas de los cuadros revolucionarios, nunca creyeron que estaban haciendo una revolución [...]. Por otra parte, los sindicalistas escuchaban a los revolucionarios. Las ideas más básicas de las FAR y el EGP [...] eran adoptadas sin esfuerzo por algunos y ya sostenidas por otros» (148). El impacto de la infiltración de los grupos guerrilleros en los movimientos de masas fue negativo, pues les restó apoyo popular ante el miedo a la represión y provocó que muchas organizaciones rechazaran su instrumentalización. 

Referencias

Barrios Carrillo, Jaime. 2020. «Michéle se quedó en Guatemala». elPeriódico, 30 de agosto del 2020.

Figueroa Ibarra, Carlos et al. 2013. «El primer ciclo de la insurgencia revolucionaria en Guatemala (1954-1972)». En Guatemala: historia reciente (1954-1996), tomo 2, editado por FLACSO. Guatemala: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Levenson, Deborah. 2007. Sindicalistas contra el terror: Ciudad de Guatemala, 1954-1985. Guatemala: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO).

López de la Torre, Carlos Fernando. 2018. «La Nueva Organización Anticomunista (NOA). Historia represiva de un escuadrón de la muerte paraestatal». Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe 15 (1).

Schneider, Alejandro. 2021. «Debates ideológicos y participación electoral en los partidos comunistas de Chile, Guatemala y Uruguay durante la Guerra Fría». En América Latina: bajo la sombra de la Guerra Fría. Argentina: Editorial Teseo.

Este contenido ha sido creado con fines didácticos para profesores y estudiantes.

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    1 La Guatemala de los sesenta
    2 El fortalecimiento de las fuerzas de seguridad
    3 El proceso de radicalización de la Iglesia
    4 La primera generación de guerrillas
    5 La contrainsurgencia
    6 Las voces críticas entre los revolucionarios
    7 El terremoto de 1976
    8 La reorganización de las guerrillas y de los movimientos de masas
    9 La matanza de Panzós
    10 Los actores internacionales: entre el miedo y el optimismo
    11 La violencia en el gobierno de Lucas García
    12 El incendio de la Embajada de España
    13 Las guerrillas de segunda generación
    14 Los movimientos campesinos y el indigenismo
    15 Los indígenas y la revolución
    16 La guerra popular revolucionaria
    17 El golpe de Estado a Lucas García
    18 La cofradía
    19 La nueva estrategia de Ríos Montt
    20 El segundo fracaso revolucionario
    21 La Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca
    22 Llega la democracia
    23 Las amenazas a la democracia
    24 El largo camino a la paz
    25 El serranazo
    26 El fin del enfrentamiento armado interno

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