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Lecciones y guías didácticas

La matanza de Panzós

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    «A mi modo de ver, fue un enfrentamiento de dos fuerzas brutas».

    Testimonio anónimo

    El gobierno del general Laugerud García terminó con un hecho violento ocurrido en Panzós, una localidad remota del departamento de Alta Verapaz. En esa población, se dieron cita numerosos campesinos para denunciar el trato discriminatorio que sufrían por parte del Instituto Nacional de Transformación Agraria —INTA—, que favorecía a cuadros militares con tierras antes que a ellos, otorgándoles títulos supletorios y desalojando a los campesinos indígenas de las tierras que ocupaban. Esta situación se dio dentro del contexto del desarrollo de obras en la región. Esta política formaba parte del Plan Maestro, que buscaba la reactivación económica del país, mediante la construcción de infraestructura en la zona norte. Algunos de los ejemplos más importantes fueron la carretera de la Franja Transversal del Norte y la construcción de la Hidroeléctrica Chixoy, en el río Negro.

    Los campesinos se organizaron para presentar un frente común y hacerse oír ante el INTA. Para ello, buscaron el apoyo de otras organizaciones con más experiencia, como la Federación Autónoma Sindical de Guatemala —FASGUA—, que les dio consejería legal para defender sus derechos sobre la tierra. Se trataba de «una organización sindical que mantenía lazos con el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). El Comité de Unidad Campesina (CUC) también se organizó en Panzós. Algunos comités se organizaron y recibieron consejos del grupo de ancianos que tenían reuniones en la casa de Mamá Maquín» (Sandford 2009, 60). Mamá Maquín —Adelina Caal— era una lideresa de la localidad, comprometida entonces con la defensa de la tierra, y antigua militante de las FAR en la década anterior (Grandin 2007, 237).

    El ambiente en la zona estaba enrarecido por las mutuas acusaciones, en las que unos acusaban a los militares de apropiarse de la zona para su beneficio y otros acusaban a los campesinos de ser meros invasores de fincas, acuciados por las guerrillas que operaban en la zona. «En prevención de posibles incidentes el destacamento estaba en estado de alerta, por lo que un contingente de campesinos indígenas avanzaba hacia ellos, exigiendo en voz alta la solución de sus problemas, el oficial al mando dio la orden de hacer uso de las armas. El número de muertos, según el médico forense que practicó las autopsias, fue elevado en razón de que la tropa hizo uso de fusiles modernos, causando estragos entre los campesinos» (Villagrán Kramer 1993, 108). Al día siguiente de los hechos, el 30 de mayo de 1978, el titular del diario Prensa Libre resumía lo acontecido así: «Zafarrancho en Panzós: 38 muertos, 35 heridos». Ese mismo día, en el diario La Hora, el Ejército de Guatemala daba cuenta de lo sucedido en la lejana población en un comunicado:

    Desafortunadamente el día de hoy a las 09:30 horas, un grupo numeroso de gente armada llegó sorpresivamente al destacamento militar del municipio de Panzós, departamento de Alta Verapaz, atacando a los centinelas, a quienes hirieron de gravedad, despojándolos de sus armas. Ante tal hecho, el resto del personal militar repelió el ataque para contener la violencia de los agresores, recuperando las armas que les habían sido quitadas a los centinelas. El resultado lamentable de este acontecimiento dejó como saldo trágico: 34 muertos y 17 heridos por parte de los agresores y siete soldados del destacamento gravemente heridos. Este es el triste resultado de las prédicas subversivas, que aprovechan la sencillez y la buena voluntad del campesino, para conducirlos a hechos de sangre que enlutan a la familia guatemalteca y con los que tratan de justificar los actos de terrorismo, secuestros y siembran la intranquilidad entre la población que vive pacíficamente. (ASIES s. f., 521)

    Como suele suceder en este tipo de incidentes, es sumamente difícil explicar qué sucedió. En el diario El Imparcial, el 31 de mayo se publicó una nota recopilando entrevistas a varios testigos, quienes explicaron que el alcalde de la localidad, Walter Overdick, había citado a los campesinos para escuchar sus demandas. Al llegar, la alcaldía se encontraba cerrada y, de forma repentina, soldados apostados en el techo del destacamento abrieron fuego sobre la multitud. El periodista Abraham Baca Dávila se presentó en el lugar y se dio cuenta de que la población se encontraba virtualmente tomada por las tropas del Ejército. Según algunas fuentes, esta era la situación:

    [en la población estaban acantonados] unos ochocientos elementos del Ejército, soldados adiestrados en la lucha contra guerrillas, denominados Kaibiles, se encuentran apostados en los edificios públicos y calles principales […]. Se puede observar también, aparte de los Kaibiles, a efectivos Rangers. Muchos de ellos no llevan insignia del Ejército de Guatemala. (Sandford 2009, 101)

    Sin embargo, hubo testigos que buscaron explicar lo sucedido. Un ejemplo de ello es Grandin (2007), que en su investigación cita al campesino Luis Baac, quien dijo haber visto cómo Mamá Maquín atacó a machetazos a un soldado y cómo la tropa alterada por el suceso abrió fuego en contra de la multitud (259). El investigador cita también a un médico, Carlos Roberto Pazos, quien se encontraba haciendo sus prácticas profesionales en Panzós, y le relató que «en la mañana de la masacre, entre 600 y 700 q’eqchíes marcharon a la plaza “inflamados” y “furiosos”, gritando vivas y consignas, alzando sus palos y exigiendo una repartición de tierras justa. Llegaron representantes de por lo menos 10 de las aldeas más alejadas de Panzós a unas pocas horas de camino del centro del pueblo» (Grandin 2007, 260).

    Las distintas versiones se van sumando y difieren en detalles que ya son imposibles de contrastar por la distancia y por la radicalización de las posturas. Sin embargo, Gabriel Aguilera Peralta recoge un testimonio anónimo en el que se explica el contexto de la masacre. Se respeta íntegramente la gramática y las expresiones que transmiten la oralidad del relato:

    Esa tropa llegó… a pedido de los terratenientes de la zona de Polochi verdad?... para intimidar al campesino. A mi modo de ver fue un enfrentamiento de dos fuerzas brutas. Brutas, por un lado, porque los líderes viejos cuando vieron que estaba la tropa ahí apiñada se hubieran dicho «Ya no manifestamos, la gente de la AEU, de la FASGUA, les daban asesoría… eso sí, verdad? Tuvieron mucha culpa, porque ellos debieron de haber visto el panorama primero [...]. Cuando llegué el lunes como a las siete y media de la mañana… yo ya sabía que iba a ver manifestación como han habido un montón de manifestaciones… Bueno… cuando llegué y me encontré con la noticia de que el ejército estaba ahí, y qué! … si como 35 soldados abusivamente abrieron el Salón municipal, y sin consentimiento de nadie se metieron… colocaron su armamento ahí y esperaron…

    Porque particulares son los que comenzaron el tiroteo… no fue ni siquiera el Ejército… porque Ud. Sabe… gente ignorante con armas (si uno mismo con armas se pone nervioso!)… oyeron el primer plomazo y empezaron a echar plomo… pero que el campesino haya atacado al Ejército como dijeron después… no! (Peralta y Romero 1981, 203-204)

    El Ejército se apegó a la versión publicada en el comunicado e insistió en que los campesinos iban armados con machetes y estacas afiladas. Afirmaron que algunos llevaban fusiles y mostraron unos rifles viejos como prueba. Greg Grandin (2007) recoge otros testimonios: uno insiste en que fueron el hijo de un finquero de la zona —Flavio Monzón— y Joaquín González quienes dispararon primero en contra de los campesinos, y que la tropa, nerviosa, interpretó los disparos como un ataque en su contra y respondió con más fuego. Los hechos de Panzós tuvieron una repercusión directa en ciudad de Guatemala, donde una semana después de los hechos se realizaba una marcha en memoria del abogado laboralista López Larrave. Según Grandin (2007), «8,000 manifestantes abrumaron la marcha en memoria de López Larrave, convirtiéndola en una protesta más inmediata que exigía justicia en Panzós» (268).

    La masacre de Panzós provocó nuevas marchas y puso de nuevo la tenencia de la tierra y la reforma agraria en la agenda del Congreso, donde se debatieron ambos temas durante tres semanas, sin llegar a nada.

    La víctima política indiscutible de la masacre fue el PGT:

    Para el PGT, la masacre de Panzós fue en efecto el fin. Doce días después de la matanza, una facción más militante del partido tomó represalias, matando a 19 policías militares en la ciudad de Guatemala. Luego de una semana de debates, el Comité Central del partido repudió la acción y negó cualquier responsabilidad, insistiendo en que la justicia para Panzós no debía traducirse en acciones revanchistas indiscriminadas. El partido se dividió. El ala más conservadora mantuvo su autoridad en Alta Verapaz, pero para 1979 su influencia a nivel nacional era nula. En Panzós y otros lugares, la diezmada estructura del PGT fue reemplazada por una insurgencia armada, particularmente el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). (Grandin 2007, 272)

    Referencias

    ASIES. s. f. 100 años de historia del movimiento obrero en Guatemala. 4 tomos. Guatemala: ASIES.

    Grandin, Greg. 2007. Panzós: La última masacre colonial: Latinoamérica en la Guerra Fría. Guatemala: Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO). 

    Harnecker, Marta. 1984. Pueblos en armas: Guatemala, El Salvador y Nicaragua. México: Ediciones Era.

    Le Bot, Yvon. 1987. La Iglesia y el movimiento indígena en Guatemala. Guatemala: Seminario de Integración Social Guatemalteca, Ministerio de Educación.

    Macleod, Morna. 2011. «¡Que todos se levanten! Rebelión indígena y la Declaración de Iximché». En Guatemala, la infinita historia de las resistencias, coordinado por Manolo Vela. Guatemala: Secretaría de la Presidencia de Guatemala.

    Thomas, Megan. 2013. «La gran confrontación: el segundo ciclo revolucionario 1972-1983».  En Guatemala: historia reciente (1954-1996), tomo 2, editado por Virgilio Álvarez Aragón et al.Guatemala: FLACSO.

    Villagrán Kramer, Francisco. 1993. Biografía política de Guatemala: Los pactos políticos de 1944 a 1970. Tomo 1. Guatemala: FLACSO.

    Vázquez Medeles, Juan Carlos. 2019. Militantes clandestinos: Historia del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC). México: Universidad Iberoamericana.

    Este contenido ha sido creado con fines didácticos para profesores y estudiantes.

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      1 La Guatemala de los sesenta
      2 El fortalecimiento de las fuerzas de seguridad
      3 El proceso de radicalización de la Iglesia
      4 La primera generación de guerrillas
      5 La contrainsurgencia
      6 Las voces críticas entre los revolucionarios
      7 El terremoto de 1976
      8 La reorganización de las guerrillas y de los movimientos de masas
      9 La matanza de Panzós
      10 Los actores internacionales: entre el miedo y el optimismo
      11 La violencia en el gobierno de Lucas García
      12 El incendio de la Embajada de España
      13 Las guerrillas de segunda generación
      14 Los movimientos campesinos y el indigenismo
      15 Los indígenas y la revolución
      16 La guerra popular revolucionaria
      17 El golpe de Estado a Lucas García
      18 La cofradía
      19 La nueva estrategia de Ríos Montt
      20 El segundo fracaso revolucionario
      21 La Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca
      22 Llega la democracia
      23 Las amenazas a la democracia
      24 El largo camino a la paz
      25 El serranazo
      26 El fin del enfrentamiento armado interno

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