Liberalismo
El liberalismo es una ideología que se basa en la libertad individual en todos los ámbitos, en especial lo político, lo económico y lo social. No se trata de una doctrina monolítica, sino de un conjunto de principios que tienen a cada persona independiente como el centro indispensable. Diferentes tipos de liberalismo defienden ideas como la vida, la propiedad privada, la búsqueda de la felicidad, la igualdad, la fraternidad o la unidad, siempre y cuando dichos conceptos contribuyan a avanzar la libertad de cada individuo (Amurrio 2013; Hayek 2017; Hazlitt 2012).
La libertad en términos liberales tiende a definirse en un sentido negativo, por lo que se trata de la ausencia de coacción arbitraria. No se trata de tener ciertas capacidades específicas, ya sean adquiridas o innatas, sino de poder actuar y decidir sin restricciones impuestas desde afuera, salvo para defender la libertad de los otros. El principio base del liberalismo aboga por la libertad individual frente a cualquier tipo de coacción (Amurrio 2013; Hayek 2017; Hazlitt 2012).
Esta ideología nace como parte de las reflexiones de la Ilustración en el siglo XVII y XVIII, junto a otras ideologías como el conservadurismo, el socialismo, el nacionalismo y el anarquismo. El liberalismo fue el protagonista de grandes revoluciones, en especial la Revolución Gloriosa en Inglaterra, la Revolución estadounidense, la Revolución francesa y las revoluciones de 1848, en especial en Alemania. En su momento, los liberales luchaban contra el absolutismo de los monarcas europeos y el control de la Iglesia católica del sistema político y social. El liberalismo continental, de tradición francesa y alemana, se radicalizó al buscar impulsar el progreso por la fuerza, desde el Estado. El liberalismo anglosajón, basado en Inglaterra y Estados Unidos, surge como la vertiente moderada que busca límites al poder (Bury 1971; Giner 2001; Merquior 1993; Negro 1995; Panebianco 2009).
Pese a que el liberalismo se difundió y popularizó lentamente como ideología influyente en Europa y América, ideologías radicales alternativas retaron sus principios a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX. El nacionalismo, el fascismo y el comunismo buscaron debilitar los sistemas políticos liberales que iban emergiendo en Europa Occidental. Las Guerras Mundiales, de cierta manera, son la confrontación de estas ideologías a nivel global. La Guerra Fría dividió al mundo en dos bandos, el bloque comunista y el mundo libre dirigido por países con formas de gobierno más liberales. Con el colapso de la Unión Soviética y el poder hegemónico de Estados Unidos, el liberalismo tiene como principal contrincante la intervención estatal en la economía y los rezagos autoritarios en diferentes países, independientemente de la ideología (Hayek 2017; Hazlitt 2012; Mises 1944).
El liberalismo, en la práctica, se puede ver en diferentes instituciones alrededor del mundo. En el ámbito internacional, el liberalismo sirve como marco principal, pese a influencias de otras ideologías. El derecho internacional busca limitar el poder estatal, principio esencial del liberalismo anglosajón. Propone la declaración de derechos humanos, una lista no exhaustiva de derechos individuales que enumera garantías para la libertad a la usanza del liberalismo continental (Pevehouse y Goldstein 2017). A nivel político, el liberalismo inspira la democracia liberal, tipo de régimen con tres pilares esenciales: democracia representativa, republicanismo con división efectiva del poder y garantías individuales mínimas. Independientemente de la forma del Estado, la esencia de la democracia liberal es fragmentar el poder estatal y reconocer los derechos de los ciudadanos. A nivel económico, el liberalismo aboga por el libre mercado, concepto responsable por la liberalización comercial generalizada de los noventa. Aboga por intercambios libres entre personas, con el fin de que ambas partes ganen en la transacción. Tanto el libre mercado como la democracia liberal se nutren de sociedades plurales, donde las diferencias entre individuos se respetan y no sirven como criterio para segregar. La idea que subyace a todas estas instituciones es la defensa de la libertad individual de cualquier tipo de coacción (Hayek 2017; Mises 1944).
Referencias
Amurrio, Jesús. 2013. Clásicos del pensamiento político. Guatemala: Magna Terra Editores.
Bury, John. 1971. La idea del progreso. Madrid: Alianza Editorial.
Hayek, Friedrich von. 2017. Los fundamentos de la libertad. Guatemala: Universidad Francisco Marroquín.
Hazlitt, Henry. 2012. Los fundamentos de la moral. Guatemala: Universidad Francisco Marroquín.
Merquior, José Guilherme. 1993. Liberalismo viejo y nuevo. México: FCE.
Mises, Ludwig von. 1944. Omnipotent Government: The Rise of the Total State and Total War. New Haven: Yale University Press.
Negro, Dalmacio. 1995. «Liberalismo y Estado Moderno». En La tradición liberal y el Estado. Madrid: Unión Editorial.
Panebianco, Angelo. 2009. «La ley». En El poder, el Estado, la libertad: La frágil constitución de la sociedad libre. España: Unión Editorial.
Pevehouse, Jon, y Joshua Goldstein. 2017. International Relations. Estados Unidos: Pearson.