Guerra popular prolongada

La guerra popular prolongada es un concepto en algunas ramas del marxismo que aboga por un estado constante de guerra entre oprimidos y opresores, lo que implica una revolución permanente. Esta guerra no se da entre ejércitos ni por medio de guerrillas exclusivamente. Es un fenómeno constante de depuración social por medio del cual el proletario y el campesino evitan el aburguesamiento. Es una lucha de los oprimidos contra el sistema: se busca destruir las instituciones sociales (Deutscher 2012; Mao 2012).

Este concepto es común en las variantes asiáticas del marxismo, particularmente el maoísmo chino y el pensamiento comunista vietnamita. Mao Zedong, fundador de la China comunista, modificó el marxismo-leninismo al considerar al campesino, no al proletario, como el verdadero protagonista de la revolución. Esta modificación nace del hecho de que China en la época era una nación eminentemente agraria (Deutscher 2012; Mao 2012). 

La guerra popular prolongada tiene tres etapas: guerra defensiva, guerra de movimiento y guerra de posiciones. En la primera etapa, existe una guerrilla que se opone al Gobierno, pero que incita al pueblo a rebelarse. En la segunda etapa, la convergencia de la guerrilla y el pueblo lleva a que se puedan empezar ofensivas contra el Gobierno. Finalmente, la guerra de posiciones es la toma del poder, especialmente territorios. Esta etapa no es el final, pues debe haber una lucha constante interna para garantizar el socialismo (Mao 2012; PDPR-EPR 2001). 

En Latinoamérica, las ideas de Mao tuvieron repercusiones significativas. Igual que la mayoría del Lejano Oriente, América Latina era una región agrícola. Tener al campesino como protagonista de la revolución facilitaba que la idea se difundiera en las áreas rurales de los países. De hecho, pensadores socialistas como Mariátegui en Perú ya habían visto la necesidad de una revolución campesina, en gran medida liderada por indígenas. El foquismo del Che Guevara adoptó al campesino como el protagonista de la revolución. Sin embargo, su dependencia en la guerrilla como vanguardia del comunismo le restaba importancia a la revolución social del campesinado de Mao, pues era una lucha en todos los ámbitos. Coincidían solamente en la primera etapa de la guerra popular prolongada (Urrego 2016). 

Así, los movimientos comunistas en Latinoamérica se dividieron. Los movimientos urbanos tendían a tener versiones más europeas del marxismo, mientras que el área rural tenía guerrillas de corte asiático, ya sea maoísta o vietnamita. En Guatemala, esto se puede ver con la división del PGT en varias facciones que respondían a dinámicas demográficas y étnicas. Las guerrillas maoístas y vietnamitas se encontraban en el interior y eran integradas por campesinos (PDPR-EPR 2001; Urrego 2016). 

Referencias

Deutscher, Isaac. 2012. «El maoísmo: orígenes y perspectivas». Marxists Internet Archive.  Acceso el 2 de julio del 2023. https://www.marxists.org/espanol/deutscher/1964/maoismo.htm. 

Flores, José Humberto. 2006. «El pensamiento de José Carlos Mariátegui». Teoría y Praxis 9: 1-30. 

Mao, Zedong. 2012. «Sobre la guerra prolongada». Obras escogidas de Mao Tse-tung. Acceso el 1 de julio del 2023. https://www.marxists.org/espanol/mao/escritos/PW38s.html. 

PDPR-EPR. 2001. «Guerra popular prolongada». Centro de Documentación de los Movimientos Armados. Acceso el 1 de julio del 2023.  https://cedema.org/digital_items/1229. 

Urrego, Miguel Ángel. 2016. «Historia del maoísmo en América Latina: entre la lucha armada y servir al pueblo». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 44 (2), 111-135.